Se debe presentar primero a la persona de menor rango, es decir, que damos primero el nombre de la persona de menor rango y después el de la que tiene mayor rango.
Entre hombres y mujeres, se da primero el nombre del hombre y luego el de la mujer, aunque existen excepciones. Por ejemplo, si se trata de un señor de cierta edad y de una joven, se presentará primero a la joven, y lo mismo ocurre si el hombre tiene un cargo de gran relevancia.
En cualquier caso, la precedencia la tiene el sexo, la edad y el cargo o relevancia social. Cuando se trata de una alta personalidad de sobra conocida, en este caso se omitirá su nombre, porque podría restarle importancia (a no ser que sea un extranjero o a una persona que no sea de su entorno).
En la vida empresarial, se debe dar primero el nombre del ejecutivo de la empresa y después el del cliente.
En el caso de matrimonios, la presentación formal sería: señores de (apellido); y la informal: los nombres de los dos y después el apellido del hombre.

Una de las dudas más frecuentes surge al presentar a una mujer casada, ya esté sola o acompañada. En la actualidad, la mujer casada no quiere perder su apellido, ya que la mayoría trabaja y se le conoce con su nombre de soltera. Sin embargo, todavía la regla general es la de presentar a la mujer casada y a su marido con el apellido de éste.
En caso que la mujer tenga un puesto importante o sea famosa, si se le presenta con su nombre.
Si una pareja viven juntos, pero no están casados, se les presenta por sus respectivos nombres.
En caso que la persona ocupe un cargo importante, se da primero el cargo y después el nombre.
En cualquier caso, se deberá responder con unas palabras de satisfacción por haberle conocido.